A DIOS (con quien estuve desencontrado 25 años y paradójicamente me topé con Él en otro libro, cuando este libro ya estaba terminado) por darme el don de expresar los sentimientos en palabras escritas, misión principal de mi vida.
A MIS PADRES (con quienes a veces me desencuentro, aunque cada vez menos) por transmitirme, a su forma, los valores que guían mi camino.
A MARIANA (con quien me desencontré un año pero me comprometí eternamente) por generar la magia que me llevó a escribir cada una de las poesías y fundamentalmente por revolucionarme el cuerpo y el alma.
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