Se fue de repente, se fue sin aviso
Sin alerta, sin adioses, sin destino
La orilla desnuda, casi virgen
No entiende de viento y de frío
Los metales esquivando detectores
Caracoles que pierden sonidos
Al muelle le falta paisaje
Al puerto le sobra sentido
Las mesas son una montaña
Las rocas que copan el piso
Los lobos ya son extranjeros
La calma precede al delirio
La espuma que pinta la brava
Candelaria que junta pedidos
A flote el Santa María
Quedamos, un día, sin agua
Se fue de repente, se fue sin aviso.
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